→ Circular 2020 | La crónica

Entre el 16 y el 28 de noviembre de 2020 llevamos a cabo la segunda edición de uno de nuestros proyectos favoritos, Circular, el festival de intervenciones artísticas en el espacio público creadas a partir de materiales encontrados y reutilizados. Como en la primera edición, volvimos al barrio de San Cristóbal de los Ángeles, en Villaverde, y lo hicimos junto a Ampparito, que realizó para la ocasión tres intervenciones artísticas en torno a la exhibición de la intimidad mediante la ropa tendida y el camuflaje.

Os dejamos más información sobre cada una de las intervenciones de Ampparito. Las imágenes son de Esquie y Eva G. Herrero.

En una primera intervención, se partió de un árbol, derribado por un vendaval y provisto inicialmente de su camuflaje natural, la corteza. Ésta fue totalmente retirada para posteriormente camuflar el resto del árbol con el llamado “camuflaje urbano”, compuesto por el hormigón, los ladrillos y la variedad de personas como elementos integrados dentro del mismo paisaje.

Así, un árbol con un camuflaje natural fue a su vez camuflado bajo los parámetros de su entorno, consiguiendo el efecto contrario: más que en un objeto camuflado, se convierte en una baliza que señala la necesidad de retirar este árbol del solar en el que se encontraba.

El camuflaje urbano es una analogía de la variedad multicultural del barrio: cada una de las manchas, totalmente diferentes unas de otras, representa el individualismo, que sólo cobra sentido en un conjunto, aquello que representa a un barrio, sus habitantes.


La segunda intervención gira en torno a la ropa tendida. En el centro de Madrid está prohibido secar la ropa en los balcones y ventanas que dan a la calle. Como un ejercicio de exhibición de la intimidad, Ampparito lo asoció con la reciente costumbre de poner banderas en los balcones.

La vestimenta-corteza del árbol abandonado en el solar fue retirada y guardada siguiendo los patrones de tamaño y color, como la ropa. No muy lejos, cerca de la estación de tren, se encontraba anclada una valla publicitaria que, por el paso del tiempo, estaba totalmente sin información, convertida así en un gran cuadrado blanco rodeado de árboles. Una valla totalmente desubicada de su entorno natural, exactamente lo mismo que ocurría con el árbol caído.

Ampparito consideró apropiado tender la ropa (la corteza) del árbol aquí, camuflar este elemento urbano con la ropa de un elemento natural presente a escasos metros, y dejar una franja sin cubrir, correspondiente a la silueta del árbol situado inmediatamente detrás. De esta forma, el árbol, tapado por un elemento sin información ni utilidad, cobra presencia mediante la franja blanca, uniéndose ambos en uno.


Siguiendo la línea del camuflaje, Ampparito recogió conos de señalización en un solar abandonado en el polígono industrial cercano, un paraje donde los escombros y la suciedad se mimetizaban en el entorno y que curiosamente, por la propia acción humana, estaban distribuidos en montañas de desperdicios según su tipología.

Además, durante su residencia, el artista barrió algunas hojas del suelo de varios árboles del barrio, cuyo color, al estar desprendidas del árbol, había pasado a ser amarillo, y recogió también algunas hojas de esos mismos árboles cuando todavía estaban en el propio árbol, éstas con vida y de un color verde intenso. Por último, decidió barrer hojas de uno de los distritos con mayor nivel económico de la ciudad, el distrito de Salamanca, algo que le costó mucho hacer, al estar el pavimento limpio y sin hojas gracias a los equipos de limpieza municipales.

Un elemento como el cono, por su forma y color llamativo, que sirve para señalizar, quedaba camuflado así con hojas de diferentes procedencias, quedando descontextualizado de su finalidad y entorno, y favoreciendo, por el propio paso del tiempo, la democratización de los colores, que pasaban de ser intensos a ser puramente marrones, convirtiéndose en conos prácticamente iguales.


Además, siguiendo con el espíritu de Circular, las intervenciones artísticas se vieron completadas con un programa de actividades paralelas: un encuentro abierto con Ampparito, un taller de instalaciones artísticas a cargo de Paulo Once, el taller Hackeando el espacio dirigido por Bananocream y un divertido street art hunt, nuestra gymkhana urbana particular.

Esta segunda edición de Festival Circular se llevó a cabo gracias a la subvención de la Subdirección General de Gestión y Promoción Cultural de la Comunidad de Madrid.

Queremos dar las gracias también a Cinesia, Centro de Innovación Vecinal y Desarrollo, y a la Asociación de Vecinos La Unidad de San Cristóbal de los Ángeles por su apoyo.



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